Nos quejábamos ayer de que no había movimientos, ni prisa, ni tensión en el Almería, a casi una semana desde que acabó la Liga. Pues bien: aquí están las noticias: a Lozano le cortan la cabeza por lo bien que lo ha hecho, Corona se retira y hace efectivo en acuerdo del año pasado, consistente en un contrato de un año como jugador y dos con cargo deportivo; Ibán Andrés vuelve al Almería, después de que hace dos días se anunciara su adiós y el de Xavi Gracia al Rubin Kazan; y a Soriano le quedan dos pelaos, con perdón, para que se anuncie su nuevo cargo en el club.
No sé a vosotros, pero a mí este paquete de medidas me deja un sabor agridulce. Desde luego me alegra que Miguel Ángel Corona se quede en el club, que nada más retirarse alcance un puesto de la importancia de la dirección deportiva en un club de LFP y que ahora tenga plenos poderes, dentro de lo que eso significa en la UDA, para hacer y deshacer en la parcela deportriva.
Me alegra también que regrese Ibán Andrés, un chico del que me hablan muy bien como profesional del fútbol, que ha demostrado su valía en Málaga y en el Rubin y que además vuelve con más experiencia y madurez.
Y hasta ahí lo positivo. Desde luego lo que me parece peor es la tomadura de pelo que ha sufrido Raúl Lozano, del que echaron mano para salvar una situación límite, con el equipo instalado en la última posición de la mano de Soriano, que llegó y se jugó el tipo, tomó medidas, arriesgó, jugó fuerte, fue un profesional y acertó, como demuestra la salvación de un equipo que estaba hecho unos zorros cuando él aterrizó.
El premio a todo ello es un cargo florero, una destitución del puesto de máximo responsable deportivo y, sobre todo, un engaño, un gran engaño, puesto que las medidas ayer anunciadas por el club estaban tomadas ya antes de la llegada de Lozano, aunque a él nunca nadie se lo comunicó. El club, una vez más, ha jugado sucio, muy sucio con un profesional, en este caso con el director deportivo que trajó algo de estabilidad a una casa de locos que era el Almería.
Os recuerdo que, cuando Lozano puso sus reales sobre el asiento del despacho principal del Almería, el club se había quedado sin entrenador y sin dirección deportiva. Partió de cero y en un par de meses había colocado al Almería fuera del descenso.
Lo de Corona, repito, alegrándome por él, me ofrece un tufo al más rancio alfonsismo que tira de espaldas; una alfonsada en toda regla. Recordaréis cuando García le dio el equipo a Sergi a pesar de haber descendido y, más recientemente, cuando se lo dio a Soriano, por el único mérito de haber ganado dos partidos al final de la temporada anterior; dos partidos, por cierto, en los que los méritos del entrenador, frente a los de la cuenta corriente, son cuando menos discutibles.
Con lo de Corona, Alfonso vuelve a emular su jugada de ruleta rusa del pasado año, cuando le dio el equipo a un entrenador sin ninguna experiencia. Miguel Ángel podía haber empezado haciéndose cargo de la cantera, del filial, siendo asedor del presidente (cargo inútil y ficticio que se han inventado para intentar que no se note mucho la traición a Lozano) o simplemente incorporándose a la disciplina técnica del club.
Pero no: una vez más, Alfonso juega con fuego y coloca como máximo responsable deportivo a un profesional que nunca antes ha entrenado a ningún equipo ni ha dirigido ningún club, por modesto que sea. Quizás le salga bien esta vez, pero dados los precedentes, la lógica obliga a pensar que no podemos estar tranquilos.
Ah, y por cierto. ¿Cuándo creéis vosotros que será anunciado el nuevo puesto de Fernando Soriano? Yo no doy más de una semana. Sinceramente: es todo tan burdo, tan sumamente zafio…
Alfonsada
