VÍDEO BLOG #Minuto92: Balance ‘Lazo’ en el Almería y las filosofía de apuestas arriesgadas y grandes inversiones, por Víctor J. Hernández Bru.
En estos días, se repite mucho la frase “el jeque es el dueño del club y puede hacer lo que quiera con su dinero”. No puedo estar más de acuerdo con el aserto en cuestión. Y eso es justo lo que está ocurriendo, con matices: el jefe está administrando su amplio capital dedicado al fútbol y a la UDA conforme a sus criterios, pero viéndose obligado a adaptar éstos a las leyes deportivas que imperan en España, que él mismo desconocía, que su brazo ejecutor en España, Mohamed El Assy no entiende ni domina y que están provocando graves problemas para la configuración del equipo.
Pero no es de eso de lo que quiero hablar hoy, sino del adiós de José Carlos Lazo a la UDA y del balance que el futbolista sanluqueño va a dejar al abandonar la disciplina rojiblanca. Lazo representa, acaso junto a Appiah, la parte más negativa de la filosofía deportiva y de fichajes que han implantado los El Assy Boys en el club almeriense: fichajes a golpe de talonario, con poco trabajo de estudio y seguimiento, amplio riesgo de ‘fake’ (esa palabra que tanto gusta a Joao Gonçsalves) y vertiginosa rotación de jugadores de un año para otro (algo que no ha sucedido esta temporada, porque la Liga y el tope salarial lo ha impedido).
Fruto de esa filosofía, cierto es, han llegado grandes fichajes, encarnados fundamentalmente en hombres como Darwin Núñez, Ramazani, Robertone y Sadiq, aunque de todo ellos, por ahora sólo el primero ha supuesto un traspaso millonario para la entidad.
Junto a ellos, son muchas más las operaciones que se han saldado con sonados fiascos, desde los uruguayos Olivera y Juan Gutiérrez hasta los Schetinne, Pedro Méndes, Jonathan Silva, Ivanildo y compañía, aunque el gran nombre que ejemplifica el binomio fichaje caro-fracaso rotundo es el de Arvin Appiah, cuyo traspaso se anunció a bombo y platillo por los canales de comunicación del club como el jugador que se le había arrebatado al Manchester United a pesar de que nadie de los que hablaban de él lo había visto jugar, con un coste de ocho millones de euros que se tendrá que ‘comer’ el club y su saneada economía uno detrás de otro, puesto que ni era jugador para Segunda División ni lo es tampoco, obviamente, para Primera.
Pero el caso de Lazo es un ejemplo todavía más claro de las peculiaridades de esta filosofía. El gaditano fue una de las primeras grandes apuestas de la era Turky, avalado por algunas buenas temporadas anteriores. El club hizo un gran esfuerzo por él, que nunca se ha visto refrendado sobre el campo. Pero lejos de rectificar y tratar de buscar una salida, ha respondido siempre negativamente ante supuestas ofertas que llegaban incluso de Primera División y hasta aprovechó el verano anterior para ampliar su contrato, sin que nadie se haya explicado nunca con qué finalidad.
Ahora, cuando el equipo ya está en Primera, Lazo abandona la entidad para jugar en un club teóricamente de mayor potencial y desde luego más tradición y el balance deportivo que deja, tras todos esos esfuerzos no debe ir más allá de siete u ocho partidos de cierto nivel en tres años de competición en Segunda División.
Seguramente, el club debe tener una explicación a este tipo de arriesgadas apuestas, pero como tampoco la transparencia y la capacidad de comunicación de la entidad son su mejor virtud, nos quedamos a expensas de que alguna vez hable claro.
