Radio Marca Almeria
RadioBlog: Minuto 92

Trapos sucios


Se han escandalizado los compañeros; se ha puesto color carmesí algún aficionado y se le han subido los colores a lo mofletes de Heidi a más de un tertuliano profesional.
¡Qué barbaridad lo que ha dicho Borja! ¡Que el otro día hubo compañeros que no le pusieron ganas el otro día en Getafe!
Y enseguida ha salido el coro de parroquianas a hacerse cruces a la velocidad de un cura loco después de diez cafés y los puristas de lo políticamente correcto a sentenciar aquello tan manido como tópico de que ‘los trapos sucios se lavan en casa’. Y seguramente lleven razón; seguramente lo idóneo es que lo que no funciona se trate de arreglar en la intimidad.
Ello siempre y cuando lo que no funciona sea todo, en el caso de que el problema es que no hay absolutamente nada en su sitio nadie que vele porque haya un mínimo de espíritu de arreglar algo.
Pero cuando una organización es un barco a la deriva, en el que el capitán está de permanentes vacaciones en el Caribe, su grumete tiene miedo hasta de respirar y la tripulación ha tomado al asalto la cubierta para tomar el sol rascándose la barriga a cinco manos, entonces las delicadezas, las pinzas esterilizadas y los papeles de fumar para agarrarse aquella cosa empiezan a sobrar.
Yo, sinceramente, comprendo a Borja. ¡Qué demonios! Yo creo que tiene más razón que un santo, que tampoco nunca he sabido por qué esto de que los santos tienen mucha razón, pero en fin.
Borja manifestó lo que piensan cien de cada noventa aficionados de la UDA, no dijo nada raro, afirmó a los cuatro vientos lo mismo que creemos todos, que el equipo es un sindiós en el que el entrenador ya se ha dado cuenta dónde se ha metido, el director deportivo ha salido por patas y el presidente continúa, como él mismo nos dijo hace unos meses, “muy ocupado”.
A Borja le han afeado que, tras el partido, anduviera de coñas y carcajadas con Chuli, después de que éste nos lo hubiera puesto como la bandera del Japón. Y seguramente es cierto que esa conducta es fea, poco oportuna y algo temeraria. Pero sinceramente, si me dan a elegir, prefiero a quienes se dejan el vello púbico en el campo y luego rajan de quienes se pasean como Miss Daisy, a los que no hacen ni hoyos con los tacos en el césped del terreno de juego.
Borja ha sido un valiente; se ha echado el alma a la espalda y ha tenido un par de riñones, cantando las verdades del barquero a pesar de saber muy bien lo impopular que este tipo de cosas son en un vestuario.
Seguramente, si en el Almería hubiera un poco más de valientes y un poco menos de acomodados, vividores, despreocupados, optimistas patológicos, pasotas profesionales, gente que se ha pegado al querer equivocado y soñadores que un buen día se compraron una ilusión de la que ya se han cansado, es casi matemáticamente seguro que otro gallo le cantaría a este Almería de nuestras entretelas. Pero claro, entonces, en ese caso, en el Almería existiría eso tan singular que llaman autocrítica; vamos, lo que hizo Borja el pasado domingo.

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