Es sábado por la mañana. Empiezo a escribir esto a poco más de 5 horas de la Hora H. Es el Día D. Uno más, sí. Incluso para Fran Fernández, un tío que está ahí siempre. O esa sensación da: a las duras y a las maduras. Quizá sea, ya sí, por fin, su momento. Puede que debiera serlo, sin más dilación tras lo de la temporada anterior, hace unos meses, cuando volvió a saltar del filial al primer equipo y le plantó un 3-0 al Zaragoza. Pero no. Vino Lucas, el que acaba de dejarle libre el banquillo. O el que acaba de pasarle, a través de Alfonso, la patata caliente…
Quedan 6 jornadas, así que el mundo no acabará a las 6, cuando acabe el partido ante el Barça B. Pero dependiendo del resultado todo estará igual de incierto, más o menos despejado. El estadio estará prácticamente lleno. Todos nos estiraremos con René, iremos al corte con Motta y daremos impulso a los cañones de Rubén Alcaraz. No nos queda otra que vivirlo así, como seguro que lo hará el propio Fran: es su hora, la de los valientes.
Es tu hora. Entrenador, jugador y cualquier integrante del club. Aficionado, peñista, periodista. Es la hora de los almerienses, de los que vivimos Almería y provincia, seamos más o menos futboleros. Pase lo que pase, la gestión, en mi opinión negativa especialmente en los últimos años, quedará en segundo plano. Todo se centrará, para bien o mal, en los de abajo. El del palco se irá de rositas una semana más, posiblemente una temporada más. Se las sabe todas. Hasta que llegue su hora, nos distrae con sus hijos, sus bromas, sus cambios de entrenador, sus regalos y ofertas. Y aunque es difícil olvidar la desilusión en la que estamos sumidos, contaremos las horas, ya menos de 5, para que llegue la hora de Fran y, a partir de ahí, confiaremos en que sean dos horas positivas. Por el bien de todos, por nuestro Almería.
