Posted by Radio Marca Almería on Tuesday, June 26, 2018
La verdad es que he leído las declaraciones de Alfonso García Gabarrón, el pasado viernes, en varias ocasiones. Y ciertamente que puede caer uno en la tentación de sentir cierta condescendencia con el máximo responsable del Almería.
Se pregunta Alfonso qué mal le ha hecho a Almería para recibir tanta crítica. Y la verdad es que, escuchándolo, uno no sabe si nos vuelve a tomar el pelo o si realmente no se entera de en qué punto ha colocado él la relación entre el club que dirige y la sociedad almeriense, los medios de comunicación, las instituciones y, sobre todo, su propia masa social.
A García Gabarrón podríamos explicarle y enumerarle muchas cosas que ha hecho mal, aunque el bien y el mal son conceptos relativos, subjetivos y discutibles. Pero no se trata tanto de lo que se ha hecho mal como de la actitud que se ha tenido ante el fallo, el error o incluso el ataque a quienes se supone que debería procurar tener a su lado para construir un gran proyecto de todos.
El principal defecto del presidente del Almería, a mi modesto modo de ver, es que reproduce a la perfección aquello de que “el que no está conmigo, está contra mí”. Alfonso es una persona acostumbrada a rodearse de gentes entre las que no cabe la crítica, el análisis o la corrección; en las que el único argumento es la alabanza, el ‘si bwana’, la loa, la lisonja, vamos, la sobada de lomo.
Claro que Alfonso García Gabarrón y su equipo han hecho cosas buenas, faltaría más. Repito, en mi opinión, más en sus primeros tiempos que en los últimos. Pero el problema es que Alfonso actúa como quien tiene la verdad absoluta, completamente intolerante a la crítica, reaccionando como un potro desbocado ante quien señala el más mínimo error a su gestión o la de los suyos.
Hace tres años que García vetó la presencia de jugadores de la UDA en las tertulias de Radio Marca Almería. Lo he contado ya varias veces y sigo sin creerme que el motivo fuera que un día, servidor contó públicamente y para toda España, en directo con Paco García Caridad, la fea costumbre del presidente de bajar a sala de prensa cuando están hablando los entrenadores e incluso, en aquella ocasión, de hablar con un medio antes de que el rival hubiera terminado su comparecencia.
Aquello fue una afrenta intolerable para García, que aseguró que no era cierto; pero que, en lugar de hacer una llamada o tomar un café, una cerveza o un gin tónic para aclararlo, decidió vetarnos directamente.
Es el patrón habitual de comportamiento de este presidente, acostumbrado a responder a sus socios y accionistas que si no les gusta su gestión se hagan del Madrid o del Barça, a no explicar absolutamente nada de su gestión porque esto es una empresa de su propiedad, tendente a convocar juntas generales y ni siquiera acudir a ellas, capaz de presentar las equipaciones en un hotel en su tierra, que no es la nuestra; mirando con normalidad el hecho de que su jefe de servicios médicos resida en su provincia y no en ésta; ocultando a los abonados y accionistas adónde han ido a parar los seis millones de derechos televisivos del pasado año o los tres que ingresó el club, en teoría, por traspasos de jugadores y no contando tampoco por qué pidió que el Ayuntamiento convocase un concurso para construir una ciudad deportiva que él mismo ganó y que no ha querido desarrollar en los cuatro años de plazo que ha tenido para ello.
Soy sincero, pero absolutamente, cuando digo que estoy seguro de que algunas de estas dudas, o quizás todas, tienen explicaciones razonables. El gran problema de Alfonso, lo que muchos almerienses pensamos que nos ha hecho de malo, es no ofrecérnoslas, pensar que está demasiado por encima de nosotros como para darnos sus argumentos.
