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BLOG Francisco Martínez Gómiz: «Director de orquesta»

BLOG, by Francisco Martínez Gómiz

Hace pocas fechas asistí a un concierto sinfónico de música, es un placer poder escuchar la música en directo. En el escenario había casi cincuenta músicos y un director de orquesta que, curiosamente, se sitúa de espalda a los espectadores que estábamos allí presentes.

El director de orquesta no toca ningún instrumento pero de él depende que suene la pieza magníficamente bien. Los músicos han ensayado durante mucho tiempo para llegar a interpretar distintas piezas de la música clásica. Por un lado los instrumentos de viento, por otro lado los de cuerda, al fondo la percusión.., todo está perfectamente organizado para que el sonido que recibe el espectador sea el apropiado.

Y ensimismado como estaba en la música me percaté que la dirección de orquesta tiene muchas similitudes con la dirección de un equipo deportivo. Para empezar, el director de orquesta, como he dicho anteriormente, se sitúa de espaldas al público mientras suenan las partituras. Lo mismo ocurre con los entrenadores en los días de partido que se sitúan en la banda de espaldas al público asistente al evento.

El director de orquesta debe ajustar el número de integrantes según la pieza que vaya a tocar, lo mismo ocurre con los entrenadores que dependiendo del rival deben utilizar a unos miembros del equipo u a otros.

El director de orquesta debe delimitar el número de integrantes de cada parte de la orquesta, es decir, cuantos músicos forman parte de los instrumentos de viento o de cuerda, por ejemplo, al igual que ocurre con los entrenadores que tienen que inscribir a sus jugadores en el acta del partido pensando en las características del rival al que se enfrenta.

El director de orquesta es el responsable del resultado final de la conjunción de todos los sonidos emitidos por los músicos. Es decir, va dando entrada, según la partitura, a los distintos instrumentos en tiempo y forma para que el sonido que nos llega a los asistentes sea el correcto y no una amalgama de ruido de cincuenta músicos. Lo mismo ocurre con los entrenadores, son los responsables de dibujar las tácticas más adecuadas para poder ganar a los competidores y elegir los momentos más adecuados para ejecutarlas (faltas o saques de esquina, por ejemplo).

Los músicos, al igual que los jugadores, ensayan horas y  horas para cuando llegue el momento hacer lo mejor posible su trabajo. El oboe o el saxo ensaya la partitura un sinfín de ocasiones para, no sólo tocar, sino interpretar la pieza desde ese instrumento y el director de orquesta debe apoyar a esos músicos durante sus ensayos para mejorarles su sonido y llegar a conjuntarlos con los demás instrumentos de la banda. Lo mismo ocurre con los entrenadores que hacen trabajos específicos con cada jugador para que éste se desarrolle y aporte lo mejor de su repertorio en beneficio del equipo.

Me resulto muy curioso que a cada finalización de una pieza musical el director de orquesta se giraba hacia el público, agradecía los aplausos e inmediatamente se quitaba de su lugar en el escenario (en el centro del mismo y con un atril) y se colocaba justo a un lado de la banda para que fueran los músicos los que recibieran los aplausos de los espectadores allí asistentes. Son inumerables los casos de entrenadores que alaban y ponen en valor el trabajo de sus jugadores por encima de sus planteamientos tácticos apartándose ellos mismo de los focos de la victoria y poniendo el énfasis en el equipo.

A simple vista, para aquellos que no somos muy conocedores de la complejidad que conlleva tocar una pieza clásica y que, la suma de cada instrumento genere un sonido particular que da forma y fondo a la pieza musical, el director de orquesta es la persona que está de pié frente a los músicos (todos ellos sentados) y que agita las manos (en una de ellas lleva una varita) como un poseso interiorizando los sonidos y que deja de agitar las manos cuando termina la partitura.

Es decir que esta figura del director de orquesta no influye en la calidad del sonido final, en que la entrada de los diferentes instrumentos se realice en el momento adecuado o en destacar tal o cual instrumento según la pieza que se esté ejecutando. ¿Verdad que todos conocemos la importancia de un director de orquesta?

Pues lo mismo ocurre con los entrenadores de cualquier deporte. No valorar en su justa medida el rol de entrenador significa no conocer lo que ese deporte precisa, es como dejar a la orquesta que ejecute la pieza musical sin que haya nadie que los dirija, ¿cómo será el sonido final? ¿llevarán el ritmo adecuado? ¿cada instrumento aparecerá en el momento preciso?… ¿verdad que no?

No desprecien el trabajo de los directores deportivos sin ellos no se consiguen resultados a largo plazo. Ellos entrenan a sus jugadores, los ven esforzarse cada día, estudian al rival y confeccionan sus convocatorias teniendo en cuanta todos los aspectos aunque, como afirma el dicho popular, “en cada uno de nosotros habita un entrenador”.

PD: Hay gestos que son muy sintomáticos, como por ejemplo, a celebración del primer gol de la UDA, donde jugadores y cuerpo técnico se funden en un fuerte abrazo con fuerza, pasión y alegría. Es una muestra de la confianza que tiene esta plantilla sobre el entrenador, un respaldo público a la figura que es más prescindible en el organigrama deportivo. Estará agradecido el Míster a sus jugadores por esta propuesta de fidelidad fuera de su vestuario. Al igual que un Director de orquesta, una pieza sinfónica no va a sonar correctamente si los músicos no respetan la figura de su responsable. La próxima semana la UDA tiene que refrendar las buenas sensaciones ofrecidas en momentos puntuales de este partido, a por ello.

 

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