Me entran escalofríos, la verdad, cuando escucho la frase aquella de ‘queda mucha Liga’. Más que nada, porque no es cierto. Al Almería le restan siete finales, siete partidos en los que sumar los puntos que le faltan para la salvación.
El equipo de Ramis sigue en descenso y, como dice mi amigo Díaz Casimiro, por cierto, un tipo al que quiero cada día más, tiene de plazo siete semanas para subir a Segunda A, porque ahora mismo está en la categoría de bronce.
Con siete jornadas para el final, el momento no es dentro de un mes, dentro de una semana ni mañana, como diría José Mota. El momento es ahora. No hay más cáscaras. El Almería tiene que salir del descenso ya y hacer acopio de puntos para estar matemáticamente salvado cuanto antes.
Lo demás es andar en el alambre, jugar a la ruleta rusa, echar a la Lotería o una moneda al aire. El año pasado se hizo y salió cara. ¡Qué suerte! Pero el riesgo es tanto que, jugársela otra vez a una carta no parece que merezca la pena.
No es momento de poner excusas como por ejemplo la de lo difícil que es ganar fuera de casa; no es tiempo de hacer pruebas ni experimentos, como hemos repetido ya mil veces. A Elche hay que ir a ganar, ni siquiera a empatar, con lo mejor que tengamos, con nuestro equipo de gala y a darlo todo para no prorrogar ni una semana más esa peligrosa estancia en el infierno que, desde luego, no puede traer nada bueno para el Almería.
Y luego, a ganar en casa, a aprovechar un calendario que a priori es favorable y a empezar a meter equipos por debajo.
Lo demás, repito es jugar a la ruleta rusa. Dicen que el fútbol no tiene memoria… pero las personas sí.
Aunque el año pasado tanto riesgo saliera bien, para comprobar que eso no siempre va a ser así sólo hace falta recordar lo que pasó hace dos, cuando nos plantamos en la última jornada pensando que era posible, a pesar de que se tenían que dar tantas combinaciones para que el Almería se salvara que hubiera mucho más factible que Alfonso García Gabarrón se convirtiera en tertuliano habitual de Radio Marca Almería.
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