Getafe y Betis pueden marcar el futuro de un cuerpo técnico que no ha logrado sumar ningún punto en cuatro jornadas y que no ha servido como revulsivo.
El efecto Garitano se ha diluido en poco más de un mes pese a que el técnico vasco llegó como supuesto revulsivo tras la destitución de un Vicente Moreno al que le dio tiempo de sumar dos puntos y el periodo interino de Alberto Lasarte que con un punto en dos partidos firma la mejor media de los tres inquilinos que han pasado por el banquillo rojiblanco en estas 13 jornadas.
El técnico vasco ha firmado un inapelable cero de doce en su primer mes de competición, pese a lo cual sigue manteniendo crédito por parte de una zona noble que quiere ganar tiempo antes de seguir tomando soluciones drásticas que eviten lo que parece inevitable, el regreso a la Segunda División solo dos temporadas después de alcanzar la máxima categoría.
Los argumentos a los que se aferran El Assy y Goncalves para mantener al entrenador vasco pasan por una supuesta mejoría defensiva, con el balón parado como talón de Aquiles, el hecho de que la distancia con la zona de permanencia sigue siendo accesible y la dificultad de encontrar un relevo con garantías que asumiera una situación tan complicada y en la que el objetivo ya parece evitar el ser el peor colista de la historia.
Tras el parón, Getafe y Betis serán dos nuevos test, quizás los últimos, para medir a un cuerpo técnico del que en el club valoran su implicación y capacidad de trabajo, aunque en cuanto a resultados se han revelado como el peor de la historia rojiblanca. El mercado de invierno está a la vuelta de la esquina, aunque la dinámica puede hacer que Garitano no alcance la orilla que pueden suponer nuevos fichajes.
