Empezaron las finales de la NBA, Denver Nuggets-Miami Heat, El gigante europeo, míster triple-doble Nikola Jokic que lidera a los de Colorado contra el que dicen que es el hijo secreto del mismísimo Michael Jordan, Jimmy Butler. El primer duelo se lo llevó Denver, que a priori es el equipo favorito.
Un equipo que, sin hacer mucho ruido, ha ido construyéndose durante los últimos años con paciencia, cabeza y, sobre todo, pasión. Un equipo que ha preferido ordenar sus egos, algo que en esta época moderna parece cada vez más inabordable, y construir desde cero una columna vertebral rodeada de especialistas.
En definitiva, un equipo, y lo digo con mayúsculas porque en este baloncesto norteamericano cada vez más influido por el marketing ya es muy difícil encontrar proyectos con el rigor deportivo que merecen. Y qué decir de Miami, más de lo mismo. ¿Y dónde están los Lebron James, Kevin Durant, Kyle Irving o James Harden? están en su casa porque escasea la palabra equipo y el que hace uso físico de ese concepto es el que tiene el valor de estar arriba.