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VÍDEO BLOG #Minuto92: A Mohamed El Assy le ha llegado la hora de la Justicia

VÍDEO BLOG #Minuto92: A Mohamed El Assy

VÍDEO BLOG #Minuto92: A Mohamed El Assy le ha llegado la hora de la Justicia, por Víctor J. Hernández Bru.

Han pasado diez meses y medio desde el primero de los hechos graves que, desgraciadamente y absolutamente en contra de mi voluntad, me han unido en una causa judicial al CEO de la UD Almería, Mohamed El Assy. En aquella noche de final de mayo, después de haber sido víctima de diferentes presiones por parte del citado señor para conseguir que no hiciese mi trabajo, en principio con muy buenas maneras e incluso ofrecimientos de por medio y más tarde con formas no tan buenas, el señor El Assy cruzó medio terreno de juego del Estadio de los Juegos Mediterráneos para venir a mi encuentro, durante la celebración del ascenso de nuestro club, y calificarme amenazantemente y delante de testigos como ‘racista’.

Ignoro cómo El Assy pensaría que iba a reaccionar yo, como ignoro qué aventuraba que iba a hacer yo tras sus presiones y mensajes varios. Como cualquiera que me conozca podría intuir, no me amilané ni ante él ni ante el jefe de seguridad del estadio, un miembro de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que, lejos de tratar de apaciguar una desagradable situación provocada por la agresividad del CEO de la UDA, acudió al lugar gritándome y amenazándome también. El resultado no podía ser otro: ambos señores pidieron a otros agentes que me desalojaran del recinto.

Desde entonces, todo disparató sobremanera: una pancarta en las oficinas de Radio Marca Almería con insultos portada por tres jóvenes, seguramente menores de edad; una pancarta colgada durante tres días en la fachada del Mediterráneo con mi rostro metido en una señal de prohibido, mi nombre y de nuevo el calificativo de racista; y una prohibición que todavía perdura, nueve meses después, de acceder al Estadio para hacer mi trabajo, consentida por la LFP.

No hay nadie en este mundo, nadie que me conozca mínimamente, que no tuviera meridianamente claro que no iba a dejar pasar la oportunidad de defenderme y de defender la justicia y, sobre todo, la libertad de prensa. Comencé, absolutamente en solitario, acompañado únicamente por mi socio y nuestro abogado, Antonio Estella, una iniciativa judicial que ahora ha dado sus frutos en una investigación ordenada por la titular del Juzgado Número 5 de Almería, que según las noticias que se pueden leer hoy en diversos medios de comunicación locales y nacionales, halla indicios de presunta participación de Mohamed El Assy en los hechos denunciados.

Vaya por delante que no me cabe ninguna duda, como suelo decir siempre que tercio en asuntos judiciales, que el señor El Assy es inocente mientras que no sea condenado por un jugado y que, por tanto, creo firmemente en su presunción de inocencia. El señor El Assy no goza ni de mi simpatía ni de mi aprecio profesional, pero no por ello pierde, para mí, su derecho a la presunción de inocencia.

Ahora es momento de que la Policía Nacional, conminada por la propia juez a investigar los hechos, y posteriormente el propio juzgado, dictaminen lo que consideren justo. Yo, que sigo sin poder cumplir con mi obligación de poder informar a los aficionados que gustarían de hacer valer su derecho a la información a través de mí, he hecho lo que tenía que hacer.

En este camino, en estos meses, lo he repetido una y otra vez: ni esperaba ayuda de nadie ni la quería. Vivimos en una sociedad muy cobarde, en la que somos muy pocos los que estamos dispuestos a inmiscuirnos en causas en defensa de lo que es justo. Cierto es que he recibido muchos apoyos que, por supuesto, agradezco; y que algunos medios de comunicación relataron en su día los hechos, aunque también es cierto que todos menos los nuestros, esRadio y Radio Marca, han normalizado el intolerable hecho de que un club de fútbol vete la presencia de un periodista en una instalación deportiva donde se disputan competiciones oficiales.

Tampoco esperaba nada de las instituciones, cobardes por naturaleza; algunas de ellas con una buena relación conmigo, pero incapaces de mojarse lo más mínimo, no sea que pudieran sospechar que pierden algún voto por el camino: los votos están por encima de la justicia.

Ayer, el despacho de abogados con el que trabajo, me remitió decenas de enlaces de prensa en los que medios de comunicación de toda España y también de carácter nacional, daban cuenta de la noticia, algunos con titulares tan potentes como el de El Mundo Deportivo (“Escándalo en el Almería con supuesta violencia de género de por medio / Salpica al director general del club, investigado por acosar a un periodista”). Ahora toca que hable la justicia. Creo que ya he hecho suficiente, que ya he hecho lo que tenía que hacer. Ni siendo protagonista ni siendo testigo, jamás paso de puntillas por delante de una injusticia. Es evidente que no todo el mundo puede decir lo mismo, aunque cada cual tiene derecho a decidir hasta qué punto es capaz de mojarse, hasta qué punto es capaz de mirar para otro lado.

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