VÍDEO BLOG #Minuto92: Un equipo muerto, un técnico harto y un club que está en el centro de la responsabilidad de todo esto, por Víctor J. Hernández Bru.
El Almería penúltimo, sólo con el colista Elche por detrás. Así están las cosas. Pero esto no es lo peor. Lo peor es que el equipo ofrece unas sensaciones terribles, no ahora, sino desde hace ya muchas semanas, por no hablar de la sensación general de haber construido un equipo que está a años luz de reunir los argumentos necesarios para ser competitivos en Primera División.
Una plantilla con cinco jugadores que habían jugado en Primera antes de esta temporada, sin absolutamente nada en el banquillo, con posiciones tremendamente debilitadas y apenas razones para pensar que seamos mejores que ninguna otra plantilla, salvo la del referido Elche.
Pero es que ahora, en este decisivo punto de la temporada, el Almería suma tres puntos de los últimos 18 posibles. Y todo el mundo recordará cuales son esos tres puntos, los que nos quedamos de manera milagrosa ante el Barcelona, que de no haber caído, nos colocarían en la fantasmagórica cifra de cero de 18.
El Almería no ha salido goleado casi por ningún rival en esas seis semanas (corramos un tupido velo sobre lo de Gerona), pero tampoco ha dado sensación de poder ganar a ninguno de ellos. Eso, en opinión de este humilde cronista, porque si se tiene en cuenta lo que piensa Rubi, la realidad es otra bien diferente. Para el técnico, la segunda parte de este domingo fue “excelente”, cito textualmente; y la realidad es que “estamos en el camino” de cumplir el objetivo; vuelvo a entrecomillar.
Cada cual podrá opinar lo que quiera, pero si para Rubi, lo visto en los segundos 45 es sinónimo de excelencia, entonces estamos en Segunda División sin remedio. Porque lo excelente es lo insuperable, lo que no tiene margen de mejora.
Me da la impresión de que Rubi está ya en modo ‘dame lo que me corresponda que me voy’, porque de otra manera no me explico esas declaraciones, que alguien podría tomarse, sin exagerar, como que se está riendo de la afición.
Conociendo un poco a Rubi, pero muy muy poco, estoy seguro de que no es ésa su intención, pero calificar de excelente la segunda parte en el Pizjuán sólo puede ser sinónimo de cachondearse del pagano o de solicitud de la cuenta, que me voy.
Que Rubi está ya hasta el gorro de este club dirigido por amateurs de la gestión deportiva que están más en el montaje de discotecas que en una conducción seria de una entidad profesional deportiva, que le fichan a jugadores sin que él se entere, que no dejan de dinamitar la sana convivencia del vestuario con cuitas y enfrentamientos gratuitos y que ha confeccionado un plantel más propio de la King League que de un torneo a la altura de la Liga de Fútbol Profesional, parece una evicencia; y hasta cierto punto es entendible que ese hartazgo le haga ser protagonista de frases tan controvertidas como éstas que he entrecomillado, pero Rubi debe acordarse de la afición, que merece un respeto.
Un respeto que no es fácil guardarle con esta plantilla y con esta gestión de club, pero Rubi debe estar por encima de todo eso, porque él sí que es un profesional acreditado en esto de la pelota. El equipo está muerto. Eso no quiere decir que no pueda resucitar, pero sea ello o no factible, Rubi debe velar porque, mientras él esté al mando, porque el equipo se conduzca con dignidad; la misma dignidad que le lleva faltando ya desde hace mucho tiempo; la misma dignidad de la que carece la dirección gestora de la entidad.