VÍDEO BLOG #Minuto92: La presunta nueva camiseta y la importancia de la afición para ‘esta’ UD Almería, por Víctor J. Hernández Bru.
Leímos el martes, en La Tribu, la carta abierta de una de las peñas de la UD Almería, la Grada Joven, sobre la que en algunos ámbitos se ha filtrado como posible nueva primera equipación de la UD Almería, ésa en la que las franjas rojas y blancas son sustituidas por las garras del famoso león Rozam, que desde que Turky aterrizó por estos lares empezamos a ver hasta en la sopa.
Pues bien. La carta es dura, pero el mismo tiempo es signo inequívoco de que la afición de la UDA está viva, existe, tiene sentimientos y también piensa por sí misma. No seré yo quien me ponga a la cabeza de ninguna manifestación en defensa de los símbolos: soy poco mitológico y nada mitómano, en ese sentido, reconozco que soy un poco plano a la hora de identificarme con elementos identificativos, valga la absurda redundancia.
Pero sí creo que esto que está pasando, y no sé hasta qué punto de verosimilitud tiene lo de la camiseta con las garras de Rozam y hasta qué punto puede ser un ‘globo sonda’, no es más que una prueba más de lo poco que la actual propiedad y dirección del club tiene en cuenta a la afición y a los demás elementos de lo que es, en si, el club rojiblanco.
En esto sí me he cansado ya de evidenciar que a los actuales rectores de la UDA les cuesta entender cómo funciona un club en Europa, identificar la importancia que la afición tiene en una entidad de estas características y cuál es el papel que hemos de jugar los medios de comunicación INDEPENDIENTES (no los medios de propaganda/comunicación/publicidad del club) en esa relación con los seguidores y, en general, con la ciudad.
Estamos ante un club que nunca da explicaciones de nada, que no informa, que modifica sus líneas de comportamiento comunicativo y no lo explica a nadie, que no devuelve el dinero de los abonos que no se han podido consumir por el Covid y tampoco lo explica, que no presenta la campaña de abonos ni las nuevas equipaciones que, en general, no se considera en la obligación de ofrecer ningún tipo de argumento a los aficionados, las autoridades cuyas instalaciones sigue usando (a la espera de que se formalice el eterno convenio de explotación) ni tampoco a los medios de comunicación.
Por ahora, soy de los que piensan que no se trata de un comportamiento malintencionado, sino simplemente de un choque de culturas, de un desconocimiento atroz de cómo funcionan aquí las cosas. Pero también pienso que uno de los ingredientes para que se dé esta ensalada es la falta de humildad para preguntar cómo se hacen las cosas en el país en el que has decidido instalarte. Un problema remediable, pero para el que hace falta, al menos, voluntad.
