VÍDEO BLOG #Minuto92: Los audios de Florentino, la demagogia social y el manejo de los medios de comunicación, por Víctor J. Hernández Bru.
Aunque lo he expresado ya en alguna ocasión, voy a trasladar ahora mis impresiones acerca de toda esta movida del ‘Floren-Gate’, del asunto de los audios de Florentino Pérez.
Lo primero que diré es que me parece una auténtica vergüenza el procedimiento periodístico que se ha empleado en esta operación, aunque no me extraña, porque es la consecuencia lógica de convertir a un buen pinchadiscos en alguien que se cree un gurú del periodismo sin tener absolutamente ninguna opción de lo que esta profesión supone. José Antonio Abellán es una estrella del rock and roll, un personaje de portada de Interviú, un divo de las playas de Marbella o Ibiza, pero no es un periodista. Y la culpa de todo esto la tienen quienes lo encumbraron a la categoría de líder mediático-periodístico.
En segundo lugar, ahora los jueces dirán si la grabación de estas conversaciones privadas y sobre todo su emisión constituyen un delito o no, pero yo tengo muy claro que, en caso de no serlo, finalmente, deberían serlo; porque en un mundo en el que estamos hasta el gorro de gastarnos dinero en protección de datos, de la propiedad intelectual y en otro montón de cosas, muchas de ellas auténticas gilipolleces, que alguien pueda hacer públicas unas conversaciones grabadas a traición y en plena intimidad me parece un escándalo.
Yendo al contenido, también creo que hay que ser muy simplón para tomar este tipo de declaraciones como si el autor las hubiera hecho en una rueda de prensa. Todos, y repito, todos, decimos cosas parecidas, similares o incluso peores en nuestra intimidad, criticamos hasta a nuestros más cercanos amigos, a nuestros hermanos, a quienes más queremos, y ese tipo de frases, cortadas, seleccionadas y sesgadas, no pueden querer decir absolutamente nada.
Y ahondando en ese contenido, yo diría incluso que la gran mayoría de la gente, o al menos yo, estamos de acuerdo con buena parte de sus manifestaciones, sin duda las referentes a jugadores como Cristiano o Coentrao o al impresentable Mouriño.
Seguramente lo más llamativo sea constatar cómo un presidente de un club empeñaba y empeña tanto esfuerzo y tiempo en controlar a los medios de comunicación, sin duda manipulando a la opinión pública, comprando voluntades y a supuestos profesionales y tergiversando la realidad a su antojo y beneficio. Es penoso cómo Florentino se construye su propia realidad por la vía del pago a periodistas y de la colocación de sus afines en tal o cual puesto, pero esto tampoco me sorprende: a otra escala, esto lo hemos vivido prácticamente todos los periodistas con cierta capacidad de decisión y autonomía, no sólo por parte de presidentes y dirigentes deportivos, sino también por parte de políticos, empresarios y todo aquél que haya podido considerar que necesitaba manejar a la opinión pública por la vía de la prensa.