El Almería reanudó los entrenamientos tras la jornada de descanso del domingo, y lo hizo de una manera semejante a la del sábado, cuando inició el trabajo casi dos meses después de que se interrumpiera por la pandemia del coronavirus. Los rojiblancos, como ocurrirá durante toda la semana, se dividieron en dos grupos; uno para ejercitarse por la mañana en el campo principal del Estadio de los Juegos Mediterráneos y en el Anexo, y otro por la tarde, utilizando los mismos escenarios.
En cada turno los futbolistas llegan de manera escalonada para no coincidir, y en cada terreno de juego entrenan un máximo de seis jugadores bajo la supervisión de los preparadores físicos, Javier Agenjo y Víctor Fortes, que el día anterior a cada sesión envían de manera telemática a los futbolistas el trabajo de desarrollar. De esta manera, nada más aparcar junto al lugar donde van a ejercitarse, ya llegan de casa con la ropa de entrenamiento, ya saben los que tienen que hacer, y de esta forma se evitan los contactos. José María Gutiérrez sigue la actividad tanto en el Estadio como en el Anexo y habla con sus jugadores.
Los futbolistas intercambian comentarios y asisten con sorpresa a la nueva forma de trabajar, aunque ya se van adaptando a la misma si bien les cuesta el no tener un contacto directo con los compañeros. Los entrenamientos, al ser individuales, se centran en el apartado físico potenciando diversos aspectos. También esta semana habrá un trabajo más específico por posiciones, como ocurrirá hoy mismo. Sobre esta peculiar situación se refirió el recién renovado José Carlos Lazo que apuntó que «parece que estemos castigados», ya que «eso a mí no me mola nada. Ver al míster y no poder saludarlo, al preparador físico sí, pero al médico y demás no, no es normal».
