Posted by Radio Marca Almería on Tuesday, May 22, 2018
Sí amigos: aquí estamos, los de siempre, donde siempre. Restan dos jornadas para que termine la temporada y aquí está nuestra UDA, con el lodo asomando por debajo de la puerta, con los problemas echando abajo el teléfono y las dudas taladrando las almohadas de todos los aficionados rojiblancos.
Es lo que Alfonso García considera un éxito, aquello de salvarse de caer al paraíso de la Segunda División B en la última jornada.
Llega el momento de la UDA, de Almería, de la afición; y por qué no, el momento del presidente; de ese presidente que cuando su equipo gana en casa, pierde el trasero por ponerse delante de la batería de micrófonos a expresar la maravilla de plantilla que ha hecho, y su clarividente capacidad para configurar equipos. Ya sabéis, aquello de “¿veis como la plantilla no era tan mala?
Sinceramente, creo que esta semana era mucho más el momento de un presidente, de un dirigente que diera la cara, que encabezara la manifestación, que ofreciera ánimos a la afición, que mostrara a los jugadores que cree en ellos, que dier4a apoyo incondicional al entrenador y que mostrara que él es quien más fe tiene en que el año que viene volveremos a vernos las caras por televisión.
Pero no; esta semana no ha habido canutazo de Alfonso, esta semana no se ha disfrazado de Letizia para interrumpir el momento de su joven técnico, esta vez no ha buscado el foco ni ha pedido pista para aterrizar.
Efectivamente, es el momento de estar todos unidos, de jugara cada uno su papel, de remar, de ser uno. Es el momento de que la afición llene el Mediterráneo, como una vez más han vuelto a pedir desde el club que preside ese señor que un día les dijo a los mismos a los que ahora pide ayuda que si no les gustaba su gestión que se hicieran del Madrid o del Barça; el momento de que los jugadores se dejen el alma sobre el terreno de juego, de que el técnico dé un nuevo golpe de genialidad y de que todos juntos fabriquemos los tres o cuatro puntos que se necesitan para no arriesgar lo que tanto tiempo ha costado conseguir.
Y es momento de que los que rodean al presidente todopoderoso dejen de una puñetera vez su caza de brujas, de enviar mensajes amenazantes, de intimidar en los aparcamientos de las estaciones de servicio donde paran las expediciones a Córdoba, de comportarse como niños malcriados disfrazados de gánsters del Chicago de los años 20 y de hacer el lila en lugar de ponerse a trabajar de una puñetera vez como es su obligación.
Es momento, efectivamente, de que reine la cordialidad y el buen rollo, para empujarnos a todos hacia la victoria.
Ya, si eso, el día después del exitazo de salvarnos en la última jornada, será el momento de ajustarnos las cuentas.