Radio Marca Almeria
RadioBlog: Minuto 92

La sencillez de Toni

 

Con la cantidad de vende-humos y regala-burras, de milongueros y revientacuernos, de fantasmas y cuentistas del más variado pelaje que pueblan esta bendita piel de toro, la verdad es que escuchar el sábado a Toni Nadal, en el seno del seminario Líderes del Futuro de la Fundación Eduarda Justo de Cosentino, fue para mí un placer de ésos que un ser humano tarda en olvidar.

Frases como “nos dedicamos a algo tan sencillo como pasar una pelota por encima de una red”, “si mi sobrino lo ha conseguido se ve que no era tan difícil”, “cuando uno juega mal la solución está en entrenar más” o “yo no hago raíces cuadradas sino que me dedico a entrenar a tenis” le reconfortan a uno con eso que de pequeño conocí y que aún hoy sigo llamando deporte.

Un deporte que, hoy en día, está plagado de getufos con la cara más dura que el cemento armado del nuevo y flamante Wanda Metropolitano, con más cuento que la biblioteca infantil de la Aldea de Los Pitufos y con menos vergüenza que el preceptor de moral de José Mouriño, que se dedican a complicar cualquier cosa y engrandecer su más mínimo atisbo de solución para seguir viviendo del cuento década tras década, engañando a presidentes y dirigentes desnortados y pegando sablazos a clubes en los que la brújula hace tiempo que se coló por el water hasta lo más recóndito de su ser.

Escuchar a determinados entrenadores nos traslada a lo más enrevesado de la NASA, intentar comprenderlos es algo así como descifrar un tratado de física nuclear interpretado desde la matemática logarítmica.

Y luego llega un tipo con más de una docena de Grands Slams a sus espaldas y dice que su gran mérito para seguir siendo entrenador de Rafa Nadal es que es su tío, porque despedir a un familiar siempre es más complicado.

Nos dijo Toni Nadal, el sábado en pleno corazón de la Comarca del Mármol, que cada vez que su sobrino perdía un partido, no faltaba quien le echaba la culpa a que comía pizzas, a que jugaba a billar antes del partido o que no tenía estabilidad mental, justo las mismas costumbres que Rafa practica y ha practicado cada día antes de sus grandes triunfos en el Circuito.

Seguramente, si en el deporte y en la vida hubiera más Tonis Nadal y menos caraduras disfrazados de físico nuclear, todos seríamos más felices, salvo los que necesitan complicar la apariencia de sus trabajos para continuar dando sartenazos por el mundo.

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