En buena medida, un jugador de fútbol es un melón sin abrir: hasta que no empieza a rodar el
balón, nueva puedes asegurar cuál será su sabor. Es cierto que existe y debe existir un trabajo
previo al fichaje, de verificación de cómo es el fútbolista como profesional y también como
persona.
En el Almería tenenos experiencia sobrada en cuanto a lo que supone la llegada de jugadores
teóricamente inofensivos, gatitos para un vestuario, que terminan siendo un auténtico cáncer
para el mismo. Y también conocemos hombres que llegaron precedidos de vitolas de
polémicos, que han terminado haciendo más club que mucha otra gente.
Cierto es que gente como Thievy cumlió perfectamente el rol que se le suponía, de futbolista
poco implicado, conflictivo, polémico y con un exceso de protagonismo tan sólo comparable a
los que hablan de bichos, luces y envidias, vamos, a los guapos, listos y buenos jugadores.
Pero también es verdad que hombres como Felipe Melo, de los que se nos solicitaba que
tuviéramos todo tipo de precauciones, resultaron grandísimos fichajes, claves en que el
Almería llegara a ser lo que fue.
Y en estas llega Tino Costa, con fama de polémico que él mismo ha alimentado en su salida del
último club que lo ha tenido en sus filas. Al técnico de San Lorenzo deben andar pitándole los
oídos todavía, después del rapapolvo dialéctico del jugador argentino.
Se pregunte donde se pregunte por Costa, todo el mundo habla de un gran futbolista, con
mucho carácter y siempre en el linde con la polémica.
Sinceramente, no sé si me preocupa demasiado. El Almería ha tenido en estas últimas
campañas un vestuario convulso y nadie nos avisó de que ninguno de sus miembros nos
viniera a dar problemas.
Que hoy Tino Costa venga con ese cartel no es algo que me quite el sueño. Si el argentino, que
tiene ya 32 años, lo utiliza para que este equipo tenga garra, alma, vida y sentimiento,
seguramente nos ayudará bastante más que algunos de los gatitos que han adornado el
vestuario en los últimos años.
Prefiero, mil y una veces, un león de frente que un gatito a la espalda.
Leones y gatitos
