Ayer, cuando os hablaba del incidente en la sala de prensa del Estadio de los Juegos Mediterráneos con el técnico del Éibar, todavía no teníamos muy claro el alcance del mismo y hasta dónde iba a llegar.
Quien más quien menos, habíamos visto la noticia en los informativos de la mañana, en el Teledeporte del domingo por la noche o en los periódicos digitales de Madrid y Barcelona. La cosa prometía.
Sin embargo, el episodio acababa de empezar. Y la verdad, a mí no me ha sorprendido a dónde ha llegado. No olvidemos que vivimos en un país sensacionalista por antonomasia, donde los programas de televisión que más se ven son los que nos enseñan los paños menores de todo tipo de drogadictos, alcohólicos, deprimidos, chorizos y colgados en general.
Minuto a minuto, hora a hora, día a día, la bola se ha ido haciendo más grande y hoy en Ideal, por ejemplo, hemos podido leer que hasta el periódico The Guardian se ha hecho eco del tema y no con demasiada benevolencia para los periodistas almerienses.
En estos dos días, hemos podido ver a Luis Enrique diciendo que faltaría más que Garitano no pudiera expresarse en su idioma, a las televisiones poniendo haciendo caja con el asunto y a la prensa catalana y vasca poniendo a Almería de vuelta y media a causa de la salida de tono de un par de personas.
¿Qué generalizan? Por supuesto. Son humanos. Lo llevamos en la sangre. Para que no pasen estas cosas, basta con evitar este tipo de comportamientos.
Sí amigos, le hemos proporcionado al sensacionalismo patrio un par de buenos momentos. Se podría decir que nos lo hemos ganado a pulso y que ahora hay que aguantar mecha.
Y es que esta temporada, Almería se ha convertido en un foco noticioso de primera magnitud. Lo dije hace unas semanas y lo repito: ya sólo queda que Alfonso García Gabarrón se quede embarazado.
Y en mitad de todo eso, un héroe al que salva la prensa hispánica: el jefe de prensa del Almería, que efectivamente, fue quien puso la cordura en la sala de prensa. Su cabreo monumental y su salida de la sala tras Garitano lleva camino de tredding topic o algo así. Menos mal que para la opinión pública, en Almería aún queda un alma por la que luchar.
Así que, a partir de ahora, mucho ojo con las fronteras de nuestra provincia. No sería de extrañar que los marines de Estados Unidos decidan invadirnos, para restaurar la democracia en Almería. Que ya sabéis, que éstos tampoco necesitan mucho para echarse al monte.